Las organizaciones son sistemas humanos deliberadamente construidos para lograr objetivos específicos. Dado que su creación es deliberada y que tiene por objeto la obtención de un fin, es natural que su estructura sea racional.
Es por esto que busque adecuar, de la mejor forma posible, los medios para alcanzar los fines que le han sido asignados y ha asumido como propios.
La racionalidad constituye entonces un imperativo que toda organización, desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, trata de alcanzar plenamente. Es evidente que no es fácil cumplir esta condición. La racionalidad es elusiva, fugaz y engañadora. Cuesta conseguirla, es más difícil mantenerla y aparenta estar presente cuando no lo está.
Si bien es posible imaginar que el ser humano desde su aparición sobre la tierra ha hecho lo posible por encontrar el mejor camino para obtener lo que ha querido, no es probable que…
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